Hay muchísima gente que, cuando se levanta por las mañanas, lo primero que le invade es una terrible sensación de malestar. No están bien. Se levantan pensando en que tienen que acudir a un trabajo que no les motiva, que no les apetece. ¿Por qué? Las razones pueden ser tan variadas como personas hay en el mundo.

Porque tienen que aguantar a unos compañeros desagradables, por ejemplo, o a un jefe realmente opresor. Sea como sea: el pesar que sienten viene dado por la perspectiva de tener que enfrentarse a una situación que, además, contribuye a incrementar ese malestar.

Así pues, acuden por las mañanas a un trabajo que no les gusta. O que ha dejado de gustarles. Por la razón que sea, principalmente por la influencia de lo que perciben como un entorno desagradable.

Muchas, muchísimas personas se levantan por la mañana en un malestar hasta tangible. Porque están conviviendo con una persona a la que han dejado de amar, a la que han dejado de querer. Se levantan por las mañanas, miran a esa persona y se preguntan: «¿Qué hago yo aquí?». Se levantan pensando en que merecen algo más de amor, algo más de cariño. De presencia. Más visibilidad con su pareja.

Y esto, además de malestar, también genera frustración. Impotencia. Rabia. Ira. Cólera.

Otros se levantan con este malestar porque tienen que pagar un montón de facturas y no les alcanzan los ingresos. Su sensación de impotencia es abismal.

Otras personas amanecen con un malestar muy profundo por su estado de salud. Porque tienen alguna enfermedad grave, alguna deficiencia física…

Muchas personas se levantan así.

Y todos ellos, todos los que se levantan con este malestar tan profundo desde que suena el despertador y abren los ojos, están generando una corriente electromagnética que nace en el cerebro y se potencia con el corazón.

Están generando una corriente electromagnética que realmente va a contribuir a que el día no sea bueno. Esta corriente apaga el potencial interior de cualquier ser humano.

Un potencial que se despierta con amor. Cuando haces lo que te apetece, lo que quieres, lo que te llena en la vida e impulsa cada uno de tus pasos.

Por lo tanto, si te levantas con estas sensaciones, sea cual sea la razón (familia, trabajo, pareja, salud o dinero) debes ser consciente de que tienes un problema que tiene que resolverse.

Un problema en el que hay que ponerse manos a la obra para empezar a descubrir toda la fuerza, toda la llama y toda la energía que tienes dentro, para poder solventar todas estas situaciones. Pero sobre todo, para sentirte con éxito. Porque el éxito no es acumular una gran cantidad de dinero, el éxito es sentir que progresas, sentirte feliz; el éxito es estar en bienestar. Y cuantas más horas, mejor.